2006.05.30 – El modernismo y la música

El problema de la “crítica hidráulica” es que se queda en los simples fenómenos sin considerar su sentido, su significado histórico y literario (positivismo). Lo relevante no es que el parnasianismo francés influyera en el primer modernismo hispanoamericano: no hay que preguntarse el qué ni el cómo, sino el porqué de esa influencia. Lo relevante es considerar por qué Darío y sus seguidores “eligieron” esa influencia. Desde el punto de vista del sentido, es irrelevante que se trate de un simple “contagio” o de una “invención simultánea” (seguramente Darío hubiese sido parnasiano aunque no hubiese conocido el parnasianismo); lo relevante es que Darío elige ese camino para renovar la lírica hispánica. Lo que hay que preguntarse es: ¿por qué ese camino y no cualquier otro? ¿Por qué atender a la forma, por qué tratar al poema como una obra de arte (esto es, por analogía con las obras de las “bellas artes”: pintura, escultura, etc.)? ¿Por qué está tan extendida la obsesión por la música?

La música es, junto a la literatura, el arte por excelencia del siglo XIX. Tanto los teóricos románticos (no tanto) como los posteriores lo consideraron como la máxima expresión artística, el arte supremo (Schopenhauer, Nietzsche, Wagner). ¿Por qué? Porque es el arte abstracto por excelencia, el que no se limita a representar, sino que se convierte en expresión de la voluntad (terminología de Schopenhauer). La música está más allá de los conceptos y de las abstracciones elaboradas por el contacto de la mente humana con la realidad; la música está en conexión directa con los estratos más profundos de la existencia misma. Y, sobre todo, está en conexión directa con los sentidos: es la experiencia estética pura, porque es aquella en la que la razón y el entendimiento tienen menos que decir: es pura sensibilidad. Éste último es el aspecto decisivo que nos permite comprender el porqué del vínculo entre música y poesía en el modernismo: la música se toma como modelo porque representa la máxima liberación de las ataduras de la razón y de la Historia, el triunfo de la sensación pura sobre la elaboración conceptual. Lo más “revolucionario” del modernismo es esa exaltación de los sentidos sin ninguna coartada ética o ideológica. Y lo que está en el fondo del asunto es la conciencia de la necesidad de escapar de los dominios de la Razón para poder aspirar a la auténtica Belleza. En suma, el modernismo parte de una oposición radical e inconciliable entre lo concreto y lo abstracto, entre la sensación y la idea.

(Falso: prólogo de Darío, hay una música de las ideas, lo que se intenta es lograr una síntesis, pero el intento se viene abajo ante la conciencia de la imposibilidad de lograr ningún tipo de síntesis).