2012.08.10 – Otra anotación sobre el sentido de la vida. Las síntesis falangistas

Utilizar los conceptos de Julián Marías “proyecto”, “instalación” y “entusiasmo” para abordar la cuestión del sentido de la vida. Se plantea como una problemática ética referida a la satisfacción con uno mismo (perspectiva deliberadamente individualista). El problema no es “qué debo hacer” (planteamiento ético clásico, orientado hacia la relación entre el sujeto y la sociedad) sino “por qué no debo suicidarme” (planteamiento contemporáneo, típicamente existencialista: la sociedad se aparece como algo ajeno al individuo, como una circunstancia externa análoga a la naturaleza). Nuestra situación histórica, social e ideológica nos obliga a comenzar por este tipo de planteamientos: solo podemos pensar desde nuestra circunstancia. Ahora bien, lo que corresponde es analizar críticamente ese planteamiento y mostrar, en primer lugar, su dependencia de nuestra circunstancia. Una vez que hemos tomado conciencia de la contingencia del problema, de las razones históricas que determinan que nos planteemos la cuestión de ese modo, habremos dado el primer paso no tanto para encontrar una solución al problema como para plantearlo de un modo distinto. Nuestro objetivo no debe ser encontrar una solución, sino mostrar que el problema puede ser visto de otro modo.

Unamuno a José Antonio Primo de Rivera, Rafael Sánchez Mazas y Francisco Bravo, 10 de febrero de 1935: “Sigo los trabajos de ustedes. Yo soy sólo un viejo que ha de morir liberal, y al comprobar que la juventud ya no nos sigue, algunas veces creo ser un superviviente. Cuando de estudiante me puse a traducir a Hegel, acaso pude ser uno de los precursores de ustedes.” Unamuno reconoce a Hegel como referente teórico de los falangistas: se apunta a la centralidad de las “síntesis superadoras” en el falangismo. Ello confirmaría que la “voluntad asuntiva y superadora” de Laín y los “falangistas liberales” era consecuencia directa del pensamiento de Primo de Rivera, falangismo puro, auténtico. El “grupo Escorial” se limitó a seguir las pautas indicadas por su líder.

Palabras de Sánchez Mazas en el mitin de esa noche: “Hemos venido a Salamanca para recordar los lazos entrañables que nos ligan con una de las figuras españolas más originales y fuertes de la época, para subrayar que nos unen con don Miguel de Unamuno disparidades entrañables, como también con otras gentes nos separan afinidades de origen. Don Miguel es el adversario que enseña y del que puede aprenderse, y nosotros, que tenemos como fin principal exaltar todos los valores de España, no podemos por menos de saludarle al hablar en esta su Salamanca imperial, labradora y letrada.” ¿Primera manifestación de “integración cultural”, de síntesis en el orden de los valores culturales?

Textos en Francisco Bravo, José Antonio, el hombre, el jefe, el camarada, Madrid: Ediciones Españolas, 1939, págs. 87 y 91-92, citado en José María García de Tuñón Aza, “Miguel de Unamuno y su res pública [sic]”, en El Catoblepas, nº 124, junio de 2012.

La voluntad de síntesis se expresa en los escritos de José Antonio en el orden de los regionalismos, las clases sociales y los partidos políticos, pero no en el de la cultura. En cambio, ese será el principal interés del “grupo de Escorial”, quizás porque en los otros órdenes el margen de maniobra era mucho menor.

2012.07.05 – Las «teorías del otro». La democracia como ideología

Sobre las “teorías del otro”: en realidad se siguen manteniendo en la órbita solipsista que pretenden criticar. La superación de ese solipsismo no está en construir teóricamente un “otro” abstracto e idealizado, sino en la consideración sociológica del individuo. Por tanto, el cambio teórico es insuficiente: hace falta cambiar de perspectiva, sustituir el idealismo que está en la base de esas doctrinas (la consideración del individuo, de la existencia humana al margen de las contingencias sociales e históricas) por un historicismo y un sociologismo plenos: el individuo aparece vinculado al momento histórico y a las condiciones sociales que le ha tocado vivir; cualquier “analítica existencial” opera con una abstracción cuando no tiene en cuenta esos factores (por poner un ejemplo: la analítica del Dasein que realiza Heidegger es en realidad la analítica del propio Heidegger, de un sujeto culto que vive en una sociedad avanzada; para poder plantearse la cuestión del “ser” es imprescindible una serie de requisitos previos (conocimientos filosóficos, tiempo libre, etc.); por tanto, la descripción de Heidegger no es válida para cualquier ser humano, sino solo para aquellos procedentes de esferas sociales afines (esto es, intelectuales); también hay que tener en cuenta el problema de la distancia histórica).

La base del error está en la perspectiva fenomenológica, que puede considerarse como la última manifestación relevante del idealismo moderno. Hoy en día es imposible no tener en cuenta la dimensión social e histórica del ser humano en cualquier tipo de análisis, sociológico, filosófico o de cualquier otro tipo. Ese idealismo también explica el interés que en ese tipo de perspectivas ha tenido la teología y los pensadores católicos y protestantes: más allá del interés en las conclusiones del análisis (que casi siempre giran en torno a la posibilidad de acceder desde la “vivencia” hasta la trascedencia), lo que se comparte es una misma perspectiva, una consideración de los problemas esencialista, más allá de las contingencias sociales e históricas.

El “espíritu democrático”, la ideología hegemónica en el mundo de hoy, tiene una vigencia bastante reciente: aunque existieran democracias, el “espíritu liberal” propio del mundo anglosajón ocupaba un lugar totalmente marginal en el mundo intelectual y en la “esfera pública”. Conceptos como los de tolerancia, diálogo, respeto, derechos humanos… no tenían entonces la difusión e importancia que les concedemos ahora. (El espíritu antidemocrático, el desprecio del adversario que se observa en nuestra II República sería común a otros países europeos y explicaría el apoyo popular al totalitarismo; habría que explicar el porqué de la facilidad con que los “valores democráticos” se instalaron en las sociedades anglosajonas y de la dificultad para imponerse en los países europeos).

Es importante señalar que esos valores hoy en día están presentes “a pie de calle” y no sólo en el ámbito de las élites políticas e intelectuales; esa es la prueba del éxito de esa ideología. El éxito es tan rotundo que puede hablarse de un “pensamiento único” que no admite oposición.

Importancia en este proceso de las reivindicaciones sociales de los años 60: derechos civiles de las minorías (negros en EEUU). Los medios de comunicación de masas ayudan a la máxima difusión de estos movimientos.